Restos neolíticos, ibéricos y paleocristianos en un barrio de Barcelona
Se ha hablado mucho del insigne pasado romano de la ciudad de Barcelona, antigua Barcino. No es nuestra intención escribir más sobre ello. Pero si es necesario señalar es que , en un barrio de Barcelona, a pocos metros de la Sagrada Familia, el Parque Güell y el Hospital de San Pablo, se encontraron los restos arqueológicos posiblemente más antiguos de todo su término municipal.
El barrio de El Guinardó era , a principios del siglo XX, un conglomerado de edificaciones y tierras de cultivo surgido años antes en la zona fronteriza de los municipios de Gracia, Horta, San Andreu y San Martí. Todos estos municipios habían sido absorbidos por el de Barcelona en aquella época. La construcción del nuevo Hospital de San Pablo animó la edificación en la zona y en uno de los desmontes realizados se localizaron los primeros enterramientos. Fueron datados en el siglo V de nuestra era.
Las excavaciones de 1931 en el barrio del Guinardó, zona de Mas Casanovas
Durante las excavaciones que se llevaron a cabo entre 1931 y 1932 por el equipo de arqueólogos dirigidos por el profesor Colomina, se localizaron alrededor de 100 enterramientos del período romano tardío y paleocristiano, algunos de ellos excepcionalmente bien conservados, con sus cápsulas de cerámica. Asimismo, en los alrededores de la excavación, se localizó un grupo de cabañas y restos muy anteriores, datados al final del periódo neolítico, unos 2000 años antes de Cristo. De estos últimos no hemos podido localizar fotos pero sabemos que se encuentran conservados en el Museu Arqueològic de Barcelona.
El conjunto de restos arqueológicos despertó el interés de los barceloneses de la época. La zona se denominó a partir de aquel momento el «Poblat Ibèric» a pesar de que los restos eran bastante posteriores.
El poblado ibérico del Turó de la Rovira
En 1932, aprovechando el éxito en medios de comunicación, la proximidad de la excavación del Guinardó al Turó de la Rovira y con las cuadrillas ya formadas, se emprendió la excavación por el mismo equipo de arqueólogos de los dos poblados ibéricos de los que se tenía ya noticia, en el alto de la colina , antes denominada «Puig Aguilar» y en una zona inferior, donde se situaba la necrópolis, cercana a la actual calle de Marià Labèrnia. En ambas zonas habían sido encontrados con anterioridad piezas cerámicas y otros restos, de indudable origen íbero layetano.
Además eran visibles lienzos de la muralla que defendía el poblado, tal y como podemos ver en la foto de la izquierda.
Hoy en día es irreconocible esta muralla en la zona.
Las excavaciones sacaron a la luz numerosos restos arqueológicos. Presentamos más abajo algunas fotos de los hallazgos.
Tras las excavaciones, que extrajeron numerosos restos, vasijas, fíbulas y ánforas ibéricas y de otras procedencias, el Turó quedó poco tiempo como estaba.
A los pocos meses se construyeron sobre los restos del poblado las baterías antiaéreas de defensa de Barcelona durante la guerra civil. Sobre la necrópolis, se construyó y se cultivó, quedando la zona cubierta en la actualidad.
Más tarde, se fueron construyendo infraviviendas en el territorio, hasta formar el barrio chabolista de «los cañones» . Dicho barrio se mantuvo por décadas hasta su eliminación definitiva en 1981.
Hoy en día no existen casi restos visibles del pasado ibérico en la zona. En cambio, han llegado hasta nuestros días en buen estado las baterías antiaéreas tras la reforma y establecimiento de una sede del Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona.